Muchas de las dietas que se encuentran por internet o que comercializan nos dan a entender que los carbohidratos son los malos de la película y que debemos disminuir su ingesta. Nada más lejos de la realidad, sólo debemos saber qué comer y cuándo comerlo.
Primero debemos comprender que existen carbohidratos simples y carbohidratos complejos. Los simples son aquellos que elevan nuestro nivel de azúcar en sangre de forma brusca y eso conlleva que nuestro cuerpo utilice esa glucosa como energía y no consuma nuestros depósitos de grasa. Por el contrario, los complejos son más difíciles de digerir por lo que no elevan de esa forma la insulina y, además, se mantienen más tiempo en nuestro estómago por lo que nos hacen sentir saciados por más tiempo.
Entonces, ¿qué carbohidratos consumir?
- Boniato o batata: alto en antioxidantes y fibra, de sabor dulce. Mucho mejor a nivel nutricional que la patata.
- Quinoa: contiene todos los aminoácidos esenciales, más alta en proteínas que otros carbos y alta en fibra (si quieres saber más sobre la quinoa).
- Avena: sustituye los cereales de desayuno por avena. Es alta en fibra y baja en carga glucémica. Además, hay muchas recetas en las que puedes incluirla.
- Arroz integral: tiene muchos más nutrientes que el arroz blanco, alto en fibra y libre de gluten.
- Frutas: altas en fibras y en vitaminas y minerales. Preferiblemente manzana o frutos rojos ya que su carga glucémica es más baja.
Sin embargo, aunque estos carbos sean buenos para tu dieta, no quiere decir que puedes consumirlos en grandes cantidades. La cantidad adecuada es más o menos la misma proporción que tu puño cerrado. Por otro lado, si no vamos a hacer ninguna actividad física en las próximas horas, que requiera un consumo de energía moderado, evita consumirlos. Es decir, si estas cenando justo antes de dormir es mejor consumir proteínas y grasas, dejando los carbos para el resto de las comidas.
